Sin dudas el Gobierno de Alberto Fernandez se encontrará con una Argentina dividida y con muchos problemas que resolver. Las especulaciones sobre como lo hará son el tema central de las reflexiones de los críticos.Itinerarios de estrategias claves para los primeros 100 días del Gobierno de Alberto Fernandez.
La idea fundamental detrás del plan económico que elabora el equipo de Alberto Fernández es que el problema principal de la economía argentina es la escasez de dólares.
Por eso buena parte de la batería de medidas en preparación apuntan a estimular inversiones en sectores exportadores (petróleo, minería, agroindustria, etc) con posibilidad de generación de dólares en el corto y mediano plazo.
Para manejar el embudo de los primeros meses de Gobierno habrá un esquema especial para apurar liquidaciones pendientes del agro por unos U$S 6000 millones.
Esta preocupación por los dólares es el principal motivo por el que Alberto Fernández quiere avanzar con una renegociación amigable con los acreedores privados, sin quita o con una quita no mayor del 20/30%. Considera que un “default mayor” comprometería por mucho tiempo las posibilidades de financiamiento de esos sectores estratégicos, empezando por YPF.
La otra pata del plan apunta a generar que la “nominalidad” de la economía sea menor a la de este año (55% anual en diciembre).
El Consejo Económico y Social será, justamente, el órgano en el que buscará coordinar entre los distintos actores (empresarios, sindicatos, gobierno, partidos político, organizaciones sociales, etc) no sólo pautas de salarios y precios, sino también de tarifas públicas, impuestos y tasas de interés. Alberto Fernández insistirá con su ofrecimiento a Roberto Lavagna para que acepte la presidencia del Consejo.
Esto no significa que no habrá un ministro de Economía y un presidente del Banco Central que tendrán que elaborar una política fiscal y monetaria consistente con un proceso muy lento de desinflación.
Todaía no está definido que se apunte a coordinar expectativas de precios y salarios alrededor de un 35% el año próximo. En especial, porque la mayoría de los analistas, como el pronóstico del REM (Relevamiento de Expectativas de Mercado), ya hablan de una inflación del 43% para el 2020, una proyección que podría pecar, una vez más, de optimista.
El Consejo Económico y Social será, en todo caso, el ámbito para “calmar ansiedades” y conseguir consensos alrededor de la política económica hasta que aparezcan algún resultado.